viernes, 27 de junio de 2014

El gusto de caminar

La semana pasada tuve una singular ocurrencia como las que solía tener antes y que con las obligaciones, falta de tiempo y responsabilidades de mi vida actual cada vez es más raro que realice, camine del trabajo a mi casa.

Caminar es y siempre ha sido una de mis actividades favoritas: caminé durante 9 años de mi casa a la escuela en Taxco, caminaba de regreso del bachillerato a mi casa con la compañía de buenos amigos (también en Taxco), y caminé hasta terminarme varios pares de zapatos por las calles de Zacatecas, Dolores Hidalgo GTO, Cuernavaca, Iguala, y por último en Puebla. Esos días de caminatas interminables acabaron y se volvieron menos frecuentes con los años.

Caminar por las calles sin un destino fijo es lo mismo que vagar sin rumbo, así es más que caminante era una clase de vagabundo que recorría avenidas, callejones, calzadas, parques, alamedas, subiditas, bajaditas, edificios públicos, etc. con la sola intención de disfrutar, conocer, ver gente, ver pasar los coches, mirar hacia el cielo, y de vez en vez descansar en alguna tienda de abarrotes para beber un refresco o tomarme un café barato de alguna tienda de conveniencia.

Por los menos dos o tres veces por semana después de terminar mis deberes escolares o laborales salía a vagar por las calles hasta donde me lo permitiera el cansancio y la luz del día, no había otro motivo que disfrutar salir a caminar sin destino, sólo caminar.

Solía caminar por las mismas calles, las mismas plazas, los mismos parques, sentarme en una banqueta, la misma banqueta, y quedarme mirando a la gente caminar, las tiendas abrir, los coches pasar, los mismos aparadores y vitrinas, la rutina hipnotizante de la ciudad. 

¡Y la lluvia!, ¡cómo extraño la lluvia! Sentir las gotas caer en la cabeza mientras camino, pisar charcos, saltar en ellos, correr para guarecerme en alguna cornisa, o edificio público, sentir la ropa mojada y respirar fresco, y seguir caminando sin detenerme, sin inmutarme sólo caminar, andar por las ciudades.

Caminar me hacía sentir lleno de vida, ilusionarme, imaginar, fantasear... Esos días de caminata, de vagancia, han quedado atrás.

Fuente de la imagen: Propia, en mi última y rara caminata por las calles de Puebla

1 comentario:

  1. Caminar sin o con rumbo,
    Caminar con o sin lluvia,
    Caminar solo o acompañado,
    Caminar con o sin calor,
    Pero siempre sintiendo el aire entre los dedos, la saliva en la boca, los colores de las personas y la piel respirando a cada paso un presente maravilloso, único e irrepetible.
    Buscar entre las personas tu mirada y fluir en la complicidad que solo los que se conocen entienden.

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